Fecha: 21/03/2025
La perforación de pozos de agua está rodeada de mitos que pueden generar expectativas poco realistas o decisiones mal informadas. Uno de los más comunes es creer que el agua subterránea siempre está disponible en cualquier punto del terreno, cuando en realidad su presencia depende de estudios hidrogeológicos previos que determinen la viabilidad del pozo. También existe la idea de que perforar más profundo siempre garantiza mejor calidad de agua, pero esto no es necesariamente cierto, ya que en algunos casos el agua de mayor profundidad puede contener minerales en concentraciones no aptas para el consumo humano o agrícola.
Otro mito frecuente es que un pozo bien perforado nunca necesitará mantenimiento. La realidad es que con el tiempo, factores como la acumulación de sedimentos, incrustaciones o la disminución del nivel del acuífero pueden afectar su rendimiento, por lo que es fundamental realizar inspecciones periódicas y, si es necesario, un desazolve o rehabilitación. También se cree erróneamente que cualquier tipo de bomba sirve para extraer agua, cuando en realidad la elección del equipo debe basarse en factores como la profundidad, el caudal requerido y las características del pozo para evitar fallas prematuras o un alto consumo energético.
Finalmente, está la falsa creencia de que perforar un pozo es un proceso rápido y sin regulaciones. En realidad, es un procedimiento que requiere permisos oficiales, estudios técnicos y el cumplimiento de normativas ambientales para garantizar la sostenibilidad del recurso. Conocer estos mitos y entender la verdadera dinámica de los pozos de agua es clave para tomar decisiones informadas y asegurar un suministro eficiente y duradero.