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Los pozos como parte de la resiliencia hídrica en tiempos de crisis

En México, la creciente presión sobre los recursos hídricos ha puesto en evidencia la necesidad de contar con soluciones que fortalezcan la resiliencia hídrica ante sequías, escasez y emergencias climáticas.

Fecha: 23/06/2025

En México, la creciente presión sobre los recursos hídricos ha puesto en evidencia la necesidad de contar con soluciones que fortalezcan la resiliencia hídrica ante sequías, escasez y emergencias climáticas. Frente a este panorama, los pozos profundos representan una herramienta estratégica para garantizar el acceso al agua, especialmente en regiones donde las presas están al mínimo, los ríos muestran caudales reducidos y la infraestructura de distribución no siempre responde a la demanda. La perforación y rehabilitación de pozos se ha vuelto una medida clave para asegurar el abasto, tanto en comunidades rurales como en zonas urbanas e industriales.

Durante los últimos años, México ha experimentado sequías históricas que han afectado a estados como Nuevo León, Sonora, Guanajuato y el Estado de México. En estos escenarios, los pozos han permitido sostener el suministro de agua potable en hospitales, escuelas y áreas críticas, así como mantener en operación sectores productivos que dependen directamente del recurso. Además, contar con pozos activos y monitoreados permite reducir la dependencia de pipas y evita interrupciones prolongadas en el servicio, lo cual resulta vital para poblaciones con alta vulnerabilidad.

Para que los pozos realmente funcionen como parte de una estrategia de seguridad hídrica, es fundamental su correcta gestión. Esto implica realizar estudios hidrogeológicos previos, contar con los permisos oficiales de CONAGUA, elegir equipos de bombeo eficientes, y establecer rutinas de mantenimiento preventivo. Asimismo, es recomendable integrar los pozos dentro de esquemas mixtos que incluyan captación de agua de lluvia y tratamiento de aguas residuales, promoviendo así un modelo de gestión integral y sustentable.

En un país como México, donde más del 60% del agua proviene de fuentes subterráneas, apostar por pozos bien planificados y operados es una inversión en resiliencia y futuro. No se trata solo de perforar más, sino de perforar mejor: con responsabilidad técnica, legal y ambiental. Así, los pozos se consolidan como una infraestructura crítica para enfrentar la incertidumbre hídrica y construir comunidades más preparadas y autosuficientes.

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